Lleva un tiempo observando, se para detenidamente a observar cada uno de los rasgos que expresa la gente en sus caras, caras demacradas, caras cansadas, felices, inseguras, enfadadas, afectadas, acabadas, derrotadas, observa también la forma en la que anda cada uno de los individuos que pasan por su lado en la calle, lo cual le parece algo divertido e interesante para definir la personalidad de una persona.
Él es alguien a quien le gusta cerrar los ojos respirar profundamente, contar hasta diez y en menos de una milésima de segundo que sus neuronas perciban el olor del ambiente que le rodea en ese preciso momento.
Quizás la gente lo trataba por extraño al ver sus distintos detalles; como meter la mano en un saco lleno de legumbres, lo cual para él era una extrema sensación de gusto que podía incluso hacerle llegar al orgasmo, dar una palmada al aire y contar cuántas palomas salen volando del campanario al haber sido asustadas, coger los chicles a los que ya se le han ido el sabor que tenían al principio y lanzarlos al techo del mismo balcón siempre que pasaba por bajo de ellos... Y así miles de manías más.
Él ya tiene una cierta edad en la cual debería tener más asentada la cabeza, pero sufre un síndrome de Peter Pan crónico, lo cual le provoca noche tras noche la pesadilla de que cuando vuelva a abrir los ojos será un día más mayor. El cumplir años siempre fue algo que odio con todas sus ganas, y que la gente le felicitara aún más, es por ello que el día de su aniversario siempre huye de la ciudad en la que vive, se aleja y va a los campos más recónditos y verdes donde se tumba, mira hacia arriba observa el cielo y se detiene a mirar cada nube, buscando en ellas una forma que le haga sonreir y abrir su imaginación, haciéndole olvidar que el tiempo pasa...
